Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 17 de febrero de 1869
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Orense (Marqués de Albaida)
Número y páginas del Diario de Sesiones: 6, 67, 68
Tema: Actas electorales de Valladolid. Intervención y manipulación del Gobierno en las elecciones

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Ante todo conviene dejar sentado que la pasión a este debate no la ha traído el Ministro de la Gobernación sino aquellos que con generalidades, con declamaciones y sin pruebas de ninguna especie, querían nada menos que hacer creer al país que nosotros éramos la continuación de los Gobiernos inmorales que han venido rigiendo desgraciadamente por mucho tiempo a esta Nación y contra los cuales nosotros hemos combatido.

Si el Sr. Castelar y sus amigos tienen sangre en las venas para rechazar ciertos cargos, no le parecerá mal ni a S. S. ni a sus amigos que la tenga también el Gobierno provisional, que no está aquí como un reo en el banquillo de los acusados para sufrir con la cabeza baja toda clase de improperios, sino para rechazar de todos modos, con la cabeza alta, las inculpaciones violentas o injustas que se te dirijan. No; el Gobierno puede levantar la frente muy erguida, y la levantará siempre que injustamente se le ataque, porque sus individuos habrán podido equivocarse, pero han cumplido como hombres leales y como ciudadanos honrados.

Por lo demás, aun cuando sólo fuera por la declaración que acaba de hacer el Sr. Castelar esta tarde en la Asamblea, habría sido esta sesión bien provechosa para el país. Yo no sé si todos los compañeros del Sr. Castelar pensarán lo mismo que S. S.; pero conste que, según el Sr. Castelar, la propiedad en este país es inviolable, la propiedad está completamente asegurada. (Muchos señores Diputados de la oposición: Sí, sí; y lo ha estado siempre.) (Un Sr. Diputado: Para hacer esa declaración me había levantado yo por la provincia de Valencia.) Parece, sin embargo, que hay alguno que no opina como opinan otros y como opino yo. Yo creía que la propiedad era inviolable, era sagrada, y que no podía tocarse a ella ni ahora ni nunca. (Varias voces: Jamás.) (El Sr. García López: A la propiedad legítima. -Muchos y prolongados rumores. -El Sr. García López pide la palabra.)

Señores, ¿es contra la propiedad ilegítima contra la que habéis predicado algunos de vosotros? ¿Es que no respetáis más que lo que llamáis propiedad legítima? Pues es necesario, para tranquilizar los ánimos en este país; es necesario, para que fuera de aquí se sepa lo que aquí se piensa, saber la diferencia que hay entre propiedad legítima y propiedad ilegítima.

Yo no sé si contra la propiedad legítima; yo no sé si contra lo que llamáis propiedad legitima se ha predicado en España; pero es una verdad que se ha predicado. (Varias voces de la minoría. ¿Dónde? ¿Dónde? En los periódicos. ¿Dónde? En muchas partes de España. ¿Dónde sobre todo? En Andalucía. (El Sr. Rubio: Falso. Varios Diputados de la mayoría: Verdad: en Úbeda. en Granada, en Alcaudete, en Bailén, en los clubs.) (Siguen los rumores.) Yo quisiera?

El Sr. PRESIDENTE: Perdone V. S., Sr. Ministro.

Ruego a los Sres. Diputados consideren que de esta manera es imposible discutir, que esta forma de discusión nos llevaría a un camino que no es ciertamente el que deben seguir las Cortes Constituyentes, que así las discusiones serían de todo punto estériles, y sobre todo, que de estas primeras sesiones dependen el carácter y la forma de los debates. Siga V. S., Sr. Ministro.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): El Sr. Rubio ha pronunciado una palabra que yo he sentido oír en sus labios, y que considero tanto más inoportuna, (no quiero decir inconveniente), cuanto que si hay algunos Diputados que piensen de una manera, hay otros, muchos más, que piensen de otra, y por consiguiente, la falsedad puede más bien estar en S. S. que en los demás Diputados, a quienes por lo menos el número les salva. Yo supongo que esa palabra ha sido hija de una impremeditación, y que, S. S. la recogerá porque puede molestar a los Sres. Diputados; a mí por lo pronto no me molesta: hago esta declaración. (El Sr. Rubio pide la palabra.)

Yo he, dicho, señores, que así como se atacaba al Gobierno considerándolo capaz de valerse de ciertos medios para ganar las elecciones, estaba yo en el derecho de decir que el Gobierno no ha empleado ningún mal medio al efecto; que si ha habido malos medios, han estado en su mayoría de parte de los electores que se llaman republicanos; y que entre los medios que yo no consideraba convenientes para el país, antes bien excesivamente peligrosos, se ha empleado, por ejemplo, el de la repartición de bienes, como doctrina socialista, y el derecho al trabajo; y de la misma manera que el Sr. Castelar cree que el [67] derecho al trabajo es una opinión honrada y por consiguiente respetable, puede haber otros que crean que el derecho a la repartición de bienes, como sistema, es también una opinión honrada y respetable.

No sé si aquí habrá alguno, pero los comunistas lo creen así. (Varios Diputados de la oposición: Aquí no hay comunistas.) Me alegro de que no haya comunistas; tanto mejor para S. S., tanto mejor para el país y tanto mejor para todos, y de cualquier modo, lo veremos más adelante.

Por lo demás, repito que celebro mucho haber provocado esta discusión, porque al fin y al cabo, nos ha hecho saber una cosa: que en medio de la libertad absoluta proclamada por los señores de enfrente, en todos los ramos, hay una que no quieren, puesto que dejan las aduanas como único medio de adquirir recursos para el Tesoro y de abolir todas las contribuciones.

Conste, pues, señores, que por de pronto, los que proclaman la libertad en todos los ramos, los que se llaman más liberales que todos los demás, no quieren la libertad de comercio. (Un Sr. Diputado pide la palabra para una alusión personal.) Entiéndase que yo no he querido de ninguna manera lastimar en lo más mínimo la opinión particular de los señores que se sientan enfrente; pero he querido hacer ver los medios de que se han valido los que han criticado al Gobierno y las doctrinas que profesan, buenas según ellos, malas según yo, para hacer creer a las masas que con su advenimiento al poder van a convertir este país en un Paraíso, donde se va a poder vivir sin quintas, sin contribuciones, sin trabajo, y con la promesa, por parte de algunos, de la repartición de bienes (Varias voces: No, no, jamás.); con la proclamación del derecho al trabajo (Una voz de la oposición: No, no; ¿Va a ser eterno esto?) Bien, me detengo; pero por lo menos se ha ofrecido por algunos repartir lo que llaman propiedad ilegítima (No, no; rumores en los bancos de la montaña.) Pero qué ¿no es eso, Sres. Diputados? ¿No queréis repartir la propiedad ni legítima ni ilegítima? (No, no.) ¿No estáis conformes con eso? ¿No proclamáis esa doctrina? (No, no; rumores en los bancos de la minoría).

El Sr. PRESIDENTE: Orden, orden, Sres. Diputados; no admito ninguna interrupción.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta), ¿Protestáis contra esa doctrina? Pues tanto mejor para vosotros, tanto mejor para el país y no sé si será también mejor para los electores que os han elegido en ese concepto, equivocado sin duda. (Varias voces: Ninguno), pero que ellos creen real y verdadero, y sin cuya creencia quizás no os hubieran votado. Que vuestras protestas de hoy les sirvan mañana de provechoso desengaño.



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